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Nov 28, 2017

En el trabajo se llora en el baño

Es un clásico. En el trabajo se llora en el baño.
A veces sola/o, a veces acompañado, pero desde luego nunca por alguien que tenga capacidad para transformar la situación. Más bien, suele ser alguien con quien buscamos desahogarnos, que nos escuche en nuestra queja, agobio, angustia,…

Y, en realidad, ¿para que sirve?. Uno se limpia las lágrimas y vuelve a su mesa haciendo como si no hubiera pasado. Y, normalmente, nada cambia.

Pero, ¿qué sucedería si pudiéramos conocer el clima emocional del equipo?, o mejor dicho, ¿qué sucedería si hiciéramos algo con ello?.

La emociones, aunque no hablemos de ellas, están igual de presentes dentro y fuera de la oficina. Los seres humanos somos y sentimos de la misma manera en el trabajo que fuera de él. Y tenemos las mismas necesidades.

La cultura empresarial a la que hemos estado acostumbrados sonaba más parecido a “aquí se viene llorado de casa”, sin embargo, creo firmemente que aceptar y gestionar las emociones de las personas con las que trabajamos mejora notablemente el clima de trabajo y genera confianza, seguridad y conexión.

Esto no significa que transformemos las oficinas en centros de terapia o consultorios sentimentales. No va de eso.

Significa que podemos utilizar herramientas muy sencillas para promover un ambiente de trabajo en el cual las personas, hombres y mujeres, pues… ¡Oh descubrimiento, los hombres también lloran!, se puedan expresar con autenticidad y encuentren comprensión y empatía en sus lugares de trabajo.

El llanto no es más que un ejemplo. También la manifestación de otras emociones se acepta regular en este entorno. Por ejemplo, el miedo. ¿Quién dice que algo le produce miedo en su trabajo?, ¿y cuántas cosas nos dan miedo?. Un nuevo reto profesional, un potencial conflicto con alguien, no estar a la altura de lo que crees que esperan de ti, afrontar la próxima evaluación del desempeño, enfrentarte a un cliente con el que no te comunicas bien,… Todas estas cosas pueden dar miedo. Más o menos, pero miedo. Lo mismo sucede con la rabia, con algo que nos genera rechazo o, incluso, con la alegría. En ciertos trabajos estar muy contento está mal visto, es juzgado como superficial y poco profesional, ¿o no?.

Y ,como mi propósito es ofrecerte mecanismos para que puedas hacer algo con todo esto, te propongo que pruebes las siguientes herramientas para empezar a conocer el clima emocional de tu equipo, en dos momentos diferentes.

Primero, cada vez que le pidas algo a alguien, pregúntale después, “¿cómo te sientes con esto que te pido?”, y quizá, aunque al principio te mire extrañado, pueda atreverse a contestar con honestidad cómo se encuentra con eso; si le resulta fácil, difícil, agobiante, si no tiene tiempo para más tareas y te ha dicho que sí porque eres su jefe, si le hace sentir alegría porque confías en él, si lo que siente es miedo, o si es una tarea que no le apetece acometer.

Hay que haberse trabajado un clima de mucha confianza para que alguien te hable de sus emociones abiertamente. Sin embargo, saber que no le apetece o no le motiva, o le da miedo hacer algo que le pedimos nos da una información valiosísima, que podemos utilizar en aras de que asuma la tarea con otro ánimo. Es posible tener una conversación al respecto, y es posible acotar la tarea, redefinirla, o si queremos que asuma esa tarea de la forma planteada, explicarle que es una oportunidad de aprendizaje y que valoramos el hecho de que lo haga, aún no sintiéndose totalmente cómodo con lo que le encargamos.

En segundo lugar, podrías probar en cada reunión de trabajo una herramienta que se llama “check-in y check-out”, que aprendí de Fred Kofman en su libro “metamanagment”. Consiste en destinar 5 minutos al principio y al final de la reunión para que cada uno de los asistentes conteste tres sencillas preguntas de forma escueta. Nadie comenta lo que diga el otro. Solo se trata de escucharse.

Las preguntas de check-in son:

  • ¿ por qué  creo que es importante que nos reunamos hoy?
  • ¿qué resultados quiero obtener de esta reunión?
  • ¿Tengo otra información significativa (personal o profesional) para compartir?

Las preguntas de check-out son:

  • ¿qué tareas me he comprometido a hacer y para cuando?
  • ¿Ha quedado sin tratar algún tema importante para mí?
  • ¿cuál es mi reflexión final sobre la reunión (en cuanto a la tarea, a la relación entre las personas y a mi estado de ánimo)

En otra ocasión hablaré de cómo dar feedback y hacer un reclamo, y aprovechar la ocasión para conectar con el otro.

Todo esto no es más que leer la información que tenemos delante. Las emociones están ahí. Depende de nosotros ponerlas a favor de nuestros propósitos. No es tan difícil. Aunque al principio nos de miedo.

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