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Ene 2, 2018

Un superpoder de origen terrenal

¿Alguna vez has dicho algo que te hubiera gustado decir de otra manera?.

¿Alguna vez has dejado de decir algo que hubieras querido decir?.

¿Alguna vez has herido a alguien, involuntariamente, porque no encontrabas el modo de expresarte sin atacarle?.

Yo me he visto en esos tres escenarios, y me hubiera gustado tener un guión al que agarrarme para expresarme de un modo honesto y la vez cuidadoso con el otro y conmigo. Un escenario en el que no tuviese que elegir entre callarme algo que quería decir, o cometer un “sincericidio”. Un escenario en el que un mensaje que en condiciones normales hubiera generado tensión y distancia, generase abono para esa relación, cercanía y conexión.

Hace un par de años, después de oír hablar por primera vez de la comunicación no violenta de Marshall Rosenberg, decidí que quería aprender a hablar ese idioma que su creador llamaba el idioma de la jirafa, por ser el animal con el corazón más grande. Al idioma que casi todos aprendimos a hablar de niños le llamó el idioma del chacal, y lo consideró un idioma violento, esencialmente porque se expresa de modo tal que hace responsable a un tercero de lo que nos pasa; convirtiéndonos en personas carentes de capacidad para gestionar nuestras propias emociones y totalmente a merced de quienes nos rodean, emocionalmente hablando.

Hablamos el idioma del chacal muchas veces sin saber que eso reduce las posibilidades de conectar con el otro. Nos cierra puertas y hace que el que tenemos enfrente se sienta juzgado, atacado, o culpable de lo que nos pasa. Y lo que es más grave, supone entregarle el mando del juego a cualquiera y dejar que juegue la partida por nosotros.

Fíjate qué diferente suena “me sacas de quicio” y “me salgo de quicio” (gracias Marián Villar, por el brainstorming del que salió este concepto). En la primera expresión, la responsabilidad de lo que a mi me pasa la cargo en el otro, y en consecuencia mi estado de ánimo, en este caso desagradable, depende de lo que haga él. Esto produce una situación en la que el otro se siente culpable y/o atacado, y yo me siento a merced de él.

Si modificamos ligeramente la expresión y decimos “con esto que ha pasado me salgo de quicio” la única responsable de mi estado de ánimo soy yo, y por tanto, no dependo de nadie más que de mí misma para modificarlo, buscando la estrategia que más me ayude, en ese caso concreto, a recuperar la calma.

Quizá estés pensando “ya…pero es que yo me salgo de quicio porque él o ella ha hecho algo que me ha molestado mucho”.

Ahora hemos llegado al núcleo del asunto. El origen de la violencia está en las cosas que pensamos, los filtros con los que miramos los hechos y cómo juzgamos el comportamiento de los demás. En puridad, somos libres para decidir cómo interpretar las diferentes situaciones en las que nos encontramos. Esto es a la vez simple y complejo. La buena noticia es que, entrenando adecuadamente, la libertad de elegir nuestra reacción nos proporciona un superpoder cuyo origen no es mágico, sino fruto de un cambio de mentalidad y mucha práctica: La autonomía emocional. Piensa en esto por un momento. ¿Cómo sería tu vida si no dependieras emocionalmente de nadie?

No es posible aprender sin practicar.  Lo que hoy te propongo es que pongas atención a tus palabras, te observes durante varias semanas, y elijas una libreta en la que anotes expresiones que has dicho, en las que la responsabilidad de tu estado emocional dependía de otro, y hagas el ejercicio de escribir al lado cómo sería decirlo de forma que seas tú quien esté al mando; por ejemplo si le has dicho a alguien:

“No me entiendes”, (tú no me entiendes y por eso yo me siento desanimada); podrías escribir “me siento desanimada/enfadada/frustrada/ porque necesito comprensión y escucha”.

“Siempre estás con lo mismo”, podría transformarse en “me siento cansada/hastiada/triste/confusa, porque necesito claridad, salir de esta sensación de bucle, avanzar….”

Este es el primer trabajo para iniciarte en la comunicación no violenta. Te adelanto que la estructura completa de los mensajes en esta clave sigue 4 pasos:

Paso 1- describo los hechos sin dar mi opinión.

Paso 2- digo cómo me siento

Paso 3- expreso qué necesito

Paso 4- hago una petición

De esta forma, en lugar de “siempre estás con lo mismo”, podrías decir PASO 1 “cuando me planteas de nuevo el tema X, PASO 2 me siento cansada, y confusa, PASO 3 porque necesito avanzar en este asunto, claridad con respecto a cómo vamos a afrontar esto y dejar de tener esta sensación de bucle. PASO 4 ¿Cómo te sientes con esto que te digo?.

La autonomía emocional no es el Nirvana. No supone que vayas a levitar dos palmos por encima del suelo y a dejar de sentir dolor por las cosas que te sucedan.

Lo que te proporciona la autonomía emocional es la conciencia clara de que puedes transformar un montón de sufrimiento , y en su lugar transitar diferentes caminos que tú elijas, para satisfacer tus necesidades, y al mismo tiempo permanecer abierto a escuchar las necesidades de los demás. La clave está en la práctica. Perseverar es el modo de adquirir el superpoder.

 

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