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Feb 26, 2018

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad

El 11 abril de 1945, F.D. Roosevelt pronunció su último discurso, dos días antes de morir.

“Today we have learned in the agony of war that great power involves great responsability. …” (hoy hemos aprendido, en la agonía de la guerra, que un gran poder conlleva una gran responsabilidad…)

Esta famosa frase, que inspiró años después a Stan Lee, y la incluyó en una de las aventuras de Spiderman, me lleva rondando varias semanas. ¡Cómo he vivido en el pasado la agonía de una comunicación defectuosa, la frustración de no encontrar la palabra precisa, con el tono adecuado; la contemplación de los efectos negativos que ha tenido mi incapacidad y la falta de recursos para llegar a donde quería!

Todo este asunto de la comunicación, y el uso que hacemos de la misma puede ser un gran poder, y por tanto debe ser manejado con una gran responsabilidad.

A medida que he ido integrando diferentes elementos a mi forma de comunicarme, y he ido ahondando en los efectos que tienen para mí, y las personas con las que me relaciono, me he encontrado a menudo ante una reflexión que podría resumirse en aquella frase de Roosevelt.

Cuando le pido algo a alguien, ¿por qué quiero que lo haga?:

1.  Para complacerme…es decir, ¿por miedo?

2. Para no enfadarme…es decir, ¿por miedo?

3. Porque comprende y comparte el propósito que me llevó a hacerle esa petición…es decir, ¿por amor?

Al usar una forma de comunicación abierta, honesta y cálida, inconscientemente esperas que la respuesta sea similar. Sin embargo, no todo el mundo quiere comunicarse así. No es ni mejor ni peor, es una elección personal. Tan legítima como la mía.

Puede suceder, que una vez que vislumbras la potencia que tiene comunicarse y conectar, te den ganas de gritar a los cuatro vientos: “¡¡he descubierto algo genial, y todo el mundo debería comunicarse así!!”. Lo entiendo… a mí también me dieron ganas. Sin embargo, pensándolo dos veces, pude ver lo exigente que eso sería, la poca aceptación que hay cuando nos creemos en posesión de la verdad. Lo paradójicamente violento que resulta que hagamos proselitismo de la comunicación no violenta.

Manipular es sencillo cuando aprendes claves que otros no manejan. Puede desarmar al más armado. Sin embargo, los efectos de este tipo de comunicación, además de perversos, son muy limitados. Sólo duran en la medida en que el otro no sea consciente de tu intención manipulativa, y ese estado no dura mucho. Porque comunicas con todo tu ser, y hay cosas que no se pueden maquillar, por muy estudiado que sea tu discurso.

Y vuelvo a la pregunta ¿qué quiero que hagas, y por qué quiero que lo hagas?. Me asalta cuando hablo con mis hijos, mi pareja, en el trabajo… tiene un efecto distensor, me afloja la exigencia y la impaciencia.

Qué grande y poderosa me siento comunicándome conscientemente, y a la vez qué pequeña y humilde cuando observo mis razones para optar por este modo de vivir.

Una vez desnudos, ¿qué hacer ante la más hermosa vulnerabilidad?

¿Cómo lo vives tú?, ¿Cuáles son tus motivos para cambiar tu paradigma de comunicación?, ¿cómo de exigente te sientes hacia los demás?, ¿y con respecto a ti mismo?

 

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