En la entrada anterior, El abrigo rojo , compartí una historia personal, en la cual mi hijo hizo de maestro CNV (comunicación no violenta), y que a continuación voy a analizar siguiendo los elementos en los que descompone la comunicación la CNV.
Como adelanté en un post anterior , Un superpoder de origen terrenal, la estructura se basa en cuatro pasos.
1. LO QUE VEO (no lo que opino sobre lo que está pasando)
2. LO QUE SIENTO
3. LO QUE NECESITO
4. LO QUE PIDO (a mi interlocutor y/o a mi mism@)
En la situación que vamos a tratar, voy a añadir en cursiva lo que pensábamos mi hijo y yo misma, para poder comprender qué nos llevó a un sitio y qué nos llevó a otro, momentos después.
PASO 1. LO QUE VEO:
Eran las 9 de la noche y me disponía a contarles el cuento a mis hijos; entonces el pequeño me dijo “mañana voy a ponerme el abrigo rojo”.
MIS PENSAMIENTOS EN ESE MOMENTO:
¿¡Como!?, ¿pero si acabamos de comprar un abrigo nuevo porque ese está roto?, además, él mismo lo eligió después de visitar tres tiendas distintas y pasar la tarde en ello…¡con la de cosas que tenía que hacer!!, ¿no se da cuenta de que con el rojo va a pasar frío? estamos en pleno diciembre….igual hasta se pone malo…. y ya son las 9….esto no pinta bien, seguro que retrasamos la hora de ir a dormir con esta discusión….¡y yo que me quería sentar ahora a repasar la presentación de mañana!, quiero hacerlo bien y estaría más tranquila si me lo miro una par de veces más….
Lo que yo respondí fue : “¡pero si está roto y acabamos de comprar uno nuevo!, además mañana va a hacer frío y vas a pasar la mañana de excursión.”
SUS PENSAMIENTOS:
La capucha del abrigo azul me molesta y me quiero poner el rojo. Mamá no me va a dejar…
Lo que respondió él : “ya, pero yo me quiero poner el rojo”
PASO 2. LO QUE SIENTO:
En ese momento me sentía confusa por esa elección (¿¿¿en serio???… ¿¿¿¿el rojo????), impaciente y nerviosa por la hora que era, las ganas que tenía de que se acostaran a descansar y la idea que tenía yo de ponerme a repasar mi presentación del día siguiente, un poco frustrada también porque me decía que no había hecho una buena compra si ya le estaba poniendo pegas….Además en ese momento no pude evitar sentirme algo culpable por haber aceptado la invitación del dia siguiente y por tanto no ir al concierto de navidad del colegio… ¡Todo mezclado y a la vez!
LO QUE ÉL SIENTE:
Imagino que él se sentía un poco molesto cuando dijo aquello.
Yo entonces dije :”si, ya me lo has dicho, pero está roto y vas a pasar frío, y si no te abrigas bien te puedes poner malo”
Y él: “es que me molesta la capucha del azul y se la quiero recortar”
LO QUE SIENTO:
frustración por no poder transmitirle la razón de mi preocupación, que no es la pinta que tiene el abrigo roto, sino que pase frío…. también me siento enfadada porque le veo en actitud muy segura (¡cabezota como su padre!), cansada por poner toda mi intención en una forma de comunicación empática y calmada y que no funcione.…Impaciente por lo tarde que se está haciendo y porque sus hermanas esperan pacientes a que les cuente el cuento…
Después vino una cascada de frases en modo discusión tradicional que acabó cuando él , como si fuera un pequeño Vito Corleone, dijo :”pues si no me dejas ponerme el abrigo rojo mañana voy a hacer que todos lleguemos tarde.”
Y yo respondí, como si fuera la madre de Vito Corleone, aquella que le enseñó a expresarse de ese modo: “pues si te pones así tiro el abrigo rojo a la basura y se acabó el problema”.
LO QUE ÉL SIENTE:
Veo en sus ojos rabia, impotencia….
LO QUE YO SIENTO:
Me siento abatida, agotada, desanimada, enfadada conmigo misma
LO QUE NECESITO:
En ese momento me doy cuenta…después de amenazar a mi hijo y oírme a mí misma en puro lenguaje violento, de que necesito varias cosas. Amor y compasión hacia mí misma y mis errores, necesito también un poco de tiempo (¡y que corra el aire!) para pensar y prepararme para lo que SI quiero decir. Necesito también confianza, volver a decirme que quiero comunicarme de otra forma con él y que soy capaz de hacerlo. Necesito claridad con respecto a mi intención (que no era otra que cuidarle), para poder ver lo que trataba de decirle y librarme de la culpa que me podría producir haber caído en la amenaza.Y lo más importante de todo….contribuir a su vida, cuidadosamente. Vivir en la intención no violenta y mostrarme consecuente.
LO QUE ÉL NECESITA:
Imagino que en esa situación, mi hijo de 7 años necesitaba autonomía, poder decidir por sí mismo. También afirmación de sí mismo…expresarse (la capucha me molesta…pero se me ha ocurrido una solución….¡la podríamos cortar!).
Cómo de comprensibles me parecen estas necesidades y más en un niño, que suele tener poco margen para la autonomía y la afirmación. Y cómo recibimos como adultos estas manifestaciónes con disgusto porque las vemos como rebeldía, o falta de respeto, cuando son expresión de autonomía y libertad….y yo, desde luego ¡quiero un hijo libre y autónomo, que pueda afirmar libremente su personalidad y exprese su opinión, y hable de sus ideas dejando rienda suelta a la creatividad!
LO QUE ME PIDO:
Hablar con él, propiciar una “toma 2” de esa conversación y hacerlo desde la autenticidad… y la vulnerabilidad. Soltando el papel tradicional de madre que sabe lo que es bueno para su hijo, y buscando la conexión real con él, poniendo al mismo nivel mi necesidad de cuidarle y la suya de ser tenido en cuenta, y escuchado.
LO QUE LE PIDO A EL:
Le pedí una “toma 2”, e insistí cuando me dijo que no quería hablar la primera vez. Le hablé de mis sentimientos y necesidades, y ante mi declaración “a veces no sé como hacerlo contigo”, él respondió con ternura “pues así mamá, como lo estás haciendo ahora”.
Y en esa intención se produjo el desenlace, maravilloso, en el que mi hijo me mostró cómo expresarme desde ese lugar le llegaba y tocaba en lo más profundo.
Soltar el miedo y confiar…que no es otra cosa que AMAR, en mayúsculas.
María