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Dic 17, 2018

La columna izquierda… o hay días que la vida te hace sentir que merece la pena decir lo que ibas a decir.

El otro día me crucé con esta frase en una calle de Madrid.

¿Cuántas veces callamos lo que íbamos a decir? ¿cuántas suena distinto dentro y fuera de nuestra cabeza? ¿qué motivos nos damos para no alinear nuestros mensajes internos y los que expresamos?.

Fred Kofman en su «metamanagment» habla de este concepto que llama «la columna izquierda». También se conoce en el entorno del coaching como la conversación privada y la conversación pública. A los efectos que me interesan ahora da igual como lo llamemos. «Lo que pienso y lo que digo durante una conversación» me vale.

Observar si es frecuente en mi vida, que lo que pienso y lo que digo no se parece mucho, me da una pista  sobre la necesidad de hacer algo al respecto.  Me parece interesante imaginar, desde la perspectiva de la Comunicación No Violenta, los sentimientos que experimentamos y necesidades que  tratamos de cuidar cuando suceden estas cosas.

Para trabajar la columna izquierda el ejercicio consiste en recordar una conversación en la que hayas expresado algo distinto a lo que pensabas. En un folio trazas una línea vertical que lo divida en dos columnas, y anotas en la columna izquierda lo que pensabas, y en la derecha lo que dijiste.

Imaginemos que le quiero proponer un plan a alguien. Y no estoy segura de si va a aceptar o no. Y en mi cabeza dudo sobre si es oportuno o no plantearlo, qué consecuencias tendrá hacerlo o no hacerlo, cómo entenderá la otra persona la propuesta, también quizá haya alguna duda sobre si realmente yo quiero proponer ese plan. La cosa es que inicio la conversación con todos esos pensamientos rondándome. Juicios y suposiciones que por el momento no han salido de mi cabeza ni han sido contrastados con la realidad.

¿Cómo me siento?: probablemente confusa, quizá algo nerviosa, a lo mejor tengo algo de miedo, por otro lado también curiosa y en cierto modo alegre y con ganas de hacer el plan con él/ella.

¿Qué necesito?: cuando pienso proponerle a alguien un plan necesito conectar con un ser humano, compartir,  expresarme, ser vista, valoración (el hecho de que alguien quiera acompañarme a hacer un plan también me hace sentir valorada, importante para otra persona). También, dependiendo del plan, igual necesito ligereza y juego (imagina que le propongo salir de marcha una noche), o a lo mejor escucha, empatía y comprensión (imagina que le porpongo un café para contarle algo que me preocupa).

¿Qué sucede cuando la estrategia que he elegido (proponerle un plan a una persona en concreto), para cuidar de todas esas necesidades,  no es posible? ¿Que pasa si el otro me dice que no?  ¿Qué me digo a mi misma cuando escucho ese no?.

¿Qué escribiría en la columna izquierda? ¿Qué escribiría en la columna derecha?

Comprendo que son muchas preguntas, y a la vez no se me ocurre otro modo de proponerte esta reflexión. Mi esperanza es que efectivamente te animes a hacer el ejercicio y respondas, con tu experiencia, sentimientos y necesidades, a las preguntas que te planteo. Puede sorprenderte la cantidad de información a la que puedes acceder si te liberas de la idea de que parece patológico tener una conversación interna y otra externa. No sólo no es patológico sino que es MUY habitual. Sucede muchas más veces de las que somos conscientes. Pon atención y podrás comprobarlo. Ojalá te preguntes de qué cosas cuida tu conversación interior y de qué cosas cuida tu conversación exterior.

Ambas, estoy segura, trabajan para protegerte de algo. Para cuidar cosas importantes para tí. Mira a ver si puedes darles un rato de tu tiempo. Estoy segura de que va a sorprenderte.

P.d: quiero aclarar que mi propuesta no es abrazar el absolutismo sincericida siempre. A veces elegimos expresarnos de un modo distinto al que pensamos….porque tenemos nuestras razones para ello. Sin embargo, lo que marca la diferencia es ser consciente de que he elegido eso. Y saber para qué lo he elegido.

Se acercan las navidades, seguro que se presentan varias ocasiones para observarte.

Si te animas a hacer el ejercicio me gustaría mucho que me lo contaras.

María

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