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May 28, 2019

Mira hacia atrás y recuerda que tan solo eres un hombre.

Photo by Simon Migaj on Pexels.com

Mira hacia atrás y recuerda que tan solo eres un hombre.

Esta es la frase que le susurraba al oído un esclavo a Marco Aurelio, en su cuádriga, mientras era aclamado por la multitud, en los desfiles militares.

Mira hacia atrás y recuerda que tan solo eres un hombre.

Hoy quiero hablar sobre las relaciones de poder. En el ámbito profesional, en la familia, en las escuelas. Quiero reflexionar sobre el desequilibrio en el que nos hemos manejado como sociedad durante milenios. Sobre la idea de que liderar, gobernar, reinar, ser jefe/a, padre o madre, profesor/a, hermano mayor…implicaba ejercer el poder desde la superioridad. Dominando a quien estuviera por debajo. Porque a los mayores hay que respetarlos. Como si los que estuvieran por debajo no fuesen merecedores del mismo respeto. Como si el rango nos hiciera diferentes por naturaleza. Como si no estuviéramos hechos del mismo material.

Vivimos tiempos de muchos cambios, diría que esencialmente vivimos en la era del cambio permanente (que paradoja), y aunque haya múltiples mensajes que nos llaman a habituarnos a esta circunstancia, y ensalzan las virtudes de fortalecer nuestra resiliencia, creo que dentro de muchos de nosotros hay una suerte de desasosiego y cierta angustia porque, aún aceptando (unos más y otros menos) la realidad cambiante, no dejamos de necesitar cierta seguridad, estabilidad y equilibrio. Y pocos encuentran el modo de nutrir estas necesidades y a la vez fluir en  los cambios.

Pretendo en este texto conectar la reflexión sobre el ejercicio del poder en estos tiempos y las necesidades de seguridad, estabilidad y equilibrio.

Si volvemos por un momento a la antigua Roma y a su contraposición Potestas vs Auctoritas, encontramos la esencia del liderazgo a lo largo de los siglos. O bien se ha basado en la Potestas, o el ejercicio del poder que te daba tu posición; o bien en la Auctoritas, o el ejercicio del poder que te daba la autoridad moral que otros te arrogaban. ¿Hay algo más allá de esta dualidad? Poder basado en el miedo o Respeto basado en el reconocimiento.

Quizá ya hayas adivinado que mi posición es pro Auctoritas.

O como Jane Nelsen repite muchas veces en su libro sobre disciplina positiva. Firmeza y amabilidad. Pero ojo con ambos conceptos. Firmeza no es  inmovilismo ni intransigencia y amabilidad no consiste simplemente en decir «por favor».

El reto en el momento en el que vivimos es encontrar el modo de liderar, ser jefa, ser padre o madre o profesor en un colegio, desde el equilibrio y el respeto al otro. Siendo capaz de poner límites firmes cuando sea necesario, y a la vez apoyando al otro en su crecimiento personal o profesional, contando con su opinión y celebrando su creatividad. Escuchando con apertura lo que tenga que decir y estando dispuesto a que eso transforme y enriquezca tu propio pensamiento. A esto me refiero cuando hablo de firmeza y amabilidad. Estoy para tí sin olvidarme de mí.

Si rescato el concepto «modernidad líquida» de Bauman podría encontrar en cierto modo un paralelismo. Autoridad líquida. Ejercicio del poder que te corresponda, en el plano que sea, adaptándote a los elementos que, según el autor, caracterizan a este tiempo: individualismo, temporalidad e inestabilidad. A medida que escribo estos conceptos siento la urgente necesidad de explicarlos, para tratar de que no haya interpretaciones alejadas de lo que quiero transmitir.

El individualismo entendido como esta necesidad que creo que muchos (¿todos?) tenemos de sentirnos vistos y tenidos en cuenta como individuos, más allá del grupo al que pertenezcamos, más allá de tu familia, tu colegio, tu equipo, tu empresa… Quizá antes fuera posible tratar a los hijos/subordinados/ciudadanos como números. Creo que eso está cambiando, y muchas empresas ya lo han entendido y adaptan sus técnicas de marketing a sus clientes. Sería genial que lo hicieran también con sus empleados, de manera consistente.

La temporalidad como un elemento consustancial a estos tiempos. Nadie espera tener (y diría que cada vez menos lo desean) el mismo empleo toda la vida, la misma casa, y llegamos también a transformar el concepto de pareja y los modelos de  familia.

La inestabilidad está muy conectada con la sensación de temporalidad, y también con la necesidad de seguridad.

Entonces…seguridad, estabilidad y equilibrio por un lado; individualismo, temporalidad e inestabilidad por otro.

Y la gran pregunta es ¿cómo encontrar ese lugar en el que guías y acompañas a otros, atendiendo las necesidades y en las condiciones en las que nos encontramos?

Sinceramente creo que no hace falta inventar mucho. Seguro que ya tienes en mente algunos ejemplos de personas que lideran de este modo. Hace falta atreverse a reconocer la vulnerabilidad y cuando es oportuno, mostrarla. Hace falta cultivar la empatía. Hace falta aprender a escuchar (al otro y a uno mismo). Hace falta mirar con curiosidad en lugar de mirar desde las múltiples suposiciones posibles. Hace falta honestidad y apertura. Hace falta desear aprender cada día y dar lo mejor de tí. Hace falta más amor y menos miedo.

¿Qué opinas tú?

 

 

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