Hay una leyenda de los nativos americanos, que ilustra el poder que adquirimos al centrar nuestra atención en el presente. Cuenta que una anciana le relataba a un niño “en tu interior habitan dos lobos, que suelen pelear por tomar el control. Uno miedoso, deshonesto, envidioso, resentido…el otro es compasivo, amoroso, generoso y pacífico. El niño preguntó -¿qué lobo ganará la batalla?- y la anciana respondió -crece el lobo que tú alimentas. Eso no significa combatir, ignorar o enfadarse con el primer lobo, eso sólo empeora las cosas porque le carga de razones y le da poder sobre nosotros. Por el contrario si le prestamos atención estando en calma y le observamos con curiosidad y sin juzgarle, terminará acostándose a nuestro lado, y dejará de ser un enemigo. A la vez, escuchar y alimentar al segundo lobo, puede convertirle en nuestro acompañante en las experiencias de la vida, agradables o desagradables, relajadas o caóticas, placenteras o perturbadoras, como una guía segura y accesible pues vive en nosotros.”
Aquí puedes ver el relato en formato vídeo
Aprender a dar nombre a lo que sucede en nuestro interior es fundamental para poder tener claridad. Saber describir qué le está sucediendo a los lobos. Y eso pasa por ampliar el vocabulario que utilizamos a diario y enriquecerlo, con tantas palabras como seamos capaces de utilizar, con la mayor precisión posible, y así reconocer lo que está vivo en cada momento en nuestro interior. Esto no significa que sea necesario comunicar en todo momento esta información. Significa que es necesario ser consciente y saber ponerle nombre, para poder elegir qué hacemos al respecto. Y reaccionar con libertad, y no movidos por antiguos paradigmas que a lo mejor no tienen que ver con nosotros mismos, o no están totalmente alineados con lo que verdaderamente nos gustaría expresar.
Para ponerle nombre has de ampliar el vocabulario al que sueles tener acceso, y para ello, es necesario que te animes a utilizar palabras que habitualmente no usas.
Para descibir sentimientos, si los agrupamos según si son agradables de sentir, o desagradables de sentir, podrías utilizar las siguientes palabras: (observa que no he dicho positivos o negativos, buenos o malos…. todos los sentimientos son legítimos. Lo único que los distingue quizá sea que unos nos agrada sentirlos, y otros no).
Sentimientos agradables:
En la familia del placer: alegre, satisfecho, orgullosa, esperanzado, optimista, exultante, extasiado, feliz, contenta, jovial, jubiloso, radiante…
En la familia de la calma: tranquilo, serena, relajado, aliviada, calmado, confiada…
En la familia del afecto: amistosa, cariñoso, tierna, comprensivo, valorada, reconocido…
En la familia de la curiosidad: curioso, interesada, asombrado, sorprendida, intrigado, ilusionado, entusiasmado.
En la familia de la apertura: abierto, dialogante, ligero, vulnerable, vital, optimista, independiente, generoso, agradecido…
Sentimientos desagradables:
En la familia de la rabia: molesto, disgustada, frustrado, enfadado, furiosa, impotente, desesperada, hostil…
En la familia de la tristeza: desanimado, triste, abatida, pesimista, decaído…
En la de la sorpresa (en sentido desagradable): asombrada, bloqueado, atónita…
En la del dolor: frágil, vulnerable, dolido, angustiada, desesperado…
En la del disgusto: descontenta, distante, amargado…
En la del miedo: temerosa, aterrorizado, insegura, tenso, ansiosa, nervioso, asustado…
En la de la confusión: preocupado, indecisa, inquieto, desconcertada, confuso…
En la de a preocupación: intranquilo, impaciente, nerviosa, agobiado, angustiada…
En la de la vergüenza: avergonzado, culpable, poco valiosa…
En la del cansancio: cansado, débil, perezosa, desmotivado, agotada, aburrido…
Y siguiendo la propuesta de la comunicación noviolenta, estos sentimientos están directamente relacionados con el hecho de que hayas atendido a desatendido una necesidad concreta. Atender necesidades estimula sentimientos agradables, y desatenderlas, en consecuecia, estimula sentimientos desagradables.
Y para ayudarte a ampliar tu vocabulario de necesidades, enumero a continuación unas cuantas, agrupadas también en categorías:
Subsistencia: alimentación, respiración, hidratación, luz, reposo, movimiento, cobijo.
Seguridad: confianza, armonía, paz, preservar el tiempo y la energía, protección, confort, apoyo, seguridad (afectiva y material)
Libertad: autonomía, independencia, emancipación, libertad de elegir, espontaneidad.
Recreación: relajarse, juego, entretenimiento, reír, reponer energía.
Relacionales: pertenencia, atención, compañía, contacto, empatía, intimidad, compartir, proximidad, calor humano, delicadeza, honestidad, consideración.
Identidad: coherencia y acuerdo con tus valores, afirmación de uno mismo, pertenencia con tus iguales, autenticidad, confianza en si mismo, estima de si mismo y del otro, evolución, integridad.
Participación: contribuir al bienestar y el desarrollo de uno mismo y de otros, cooperación, cocreación, conexión, expresión, interdependencia.
Realización: creación, expresión, inspiración, evolución, aprendizaje, elegir tu proyecto de vida, valores, sueños.
Sentido: claridad, comprensión, discernimiento, orientación, trascendencia, unidad.
Celebración: apreciación, contribución a la vida propia y de los demás, compartir alegrías y penas, vivir el duelo y la pérdida, reconocimiento, gratitud.
A una parte de mí le preocupa que este texto pueda haberte aburrido un poco. Otra parte cree esencial ofrecerte estos listados, para que puedas ir probando, en caso de que te parezca útil, a integrar en tu expresión habitual estas palabras. O por lo menos comienza con la reflexión interior:
¿Cómo me siento? ¿qué necesito? ¿puedo ver la conexión entre una necesidad y un sentimiento?
Más adelante hablaré de la diferencia entre necesidad y estrategia, y de los pensamientos disfrazados de sentimientos. Espero contribuir con este ejercicio a que tengas más claridad sobre lo que sucede en tu interior, y puedas alimentar al lobo que te ayude a tratarte bien.
Un abrazo, hasta pronto
María